miércoles, 26 de agosto de 2009


Se habla mucho de la dignidad de la mujer. Es justo, es necesario, reconocer el valor que la mujer tiene en los distintos ámbitos de la vida humana. Es justo, es necesario, defenderla en su valor, en su riqueza propia, irrenunciable.

La mujer y la socieda
Las mujeres de hoy se desenvuelven y se desarrollan en un medio que les estimula a la persecución de nuevas metas, los espacios ganados en los terrenos que en un tiempo les fueron vedados y las facilidades que se han generado a través de las nuevas dinámicas en que la sociedad desarrolla actitudes distintas de participación, han permitido a las mujeres acceder a nuevos esquemas de realización de sus potencialidades, demostrando en todos los ámbitos la capacidad de acción que no solo iguala la capacidad del hombre, en algunas actividades las supera. 
La mujer de hoy, se debate entre su ser y su querer, por una parte esta constituida de tal manera, que la operación de su constitución le exige el desarrollo pleno de su naturaleza, en ella radica la procreación y formación de nuevas generaciones como un componente fundamental de sí misma. Por otro lado la necesidad de crecimiento de su ser personal, la persecución de todas sus aspiraciones, la realización en todas las dimensiones de su persona. 
Añadido a esta tensión, las mujeres de hoy se contemplan en la idealidad fantástica proporcionada por los medios masivos de comunicación, la mercadotecnia les ha generado un esquema conceptual, que no admite la imperfección, una obra de arte sin mancha, imposible de ser en la realidad, las somete a tratar de alcanzar objetivos poco reales y maravillosos. 
La mujer de hoy, es madre, esposa, profesionista, jardinera, educadora, deportista, compañera, amiga, comerciante, cantante, pilar fundamental de la familia (estructura básica de la sociedad); de ella depende en gran medida el comportamiento social, puesto que la sociedad es la suma de las personas y las personas reciben las primeras impresiones y educación por parte de sus madres, la sociedad tiende a comprometerse con los valores adquiridos. 
En este orden de ideas, cabe mencionar el papel de suma importancia que debe asumir el estado para proporcionar un desenvolvimiento digno y sin sobresaltos para las mujeres que de una u otra manera no se han visto favorecidas en su desarrollo personal por cuestiones que aquí no tienen relevancia su mención. El apoyo a las mujeres, es un deber del estado, en el ejercicio de la prevención, (ahora tema de moda) que se genera por la poca oportunidad de convivencia entre madres e hijos, causado por la necesidad que tienen de manutención familiar, en la cual se emplea la mayor parte del tiempo para satisfacer las necesidades básicas. 
Por otra parte, las políticas públicas deben cambiar para favorecer el desarrollo integral de las mujeres, brindando espacios preferenciales y horarios culturales en los cuales las mujeres trabajadoras encuentren foros de esparcimiento junto su familia. 
Mujeres íntegras, con un desarrollo espiritual armónico, conocedoras del orden en el cual los valores son una garantía, capaz de generar la concepción del bien y la persecución por afinidad con la naturaleza humana, son necesariamente las formadoras de las generaciones futuras y en las cuales recae en gran parte el comportamiento de la sociedad. 
Apreciar y aquilatar el papel de las mujeres es por hoy, el papel más importante que tenemos como hombres (varones). Redistribuir las responsabilidades, privilegiar el papel de madre en la mujer y resaltar la importancia que adquiere para formar las nuevas generaciones, respetar y coadyuvar para que alcance las perfecciones a las que su ser esta llamado. 
Mujeres que logran un desarrollo armónico y pleno, nos garantizan una sociedad armónica y sin conflictos.

La mujer y la familia. 
Ya señalamos el papel de suprema importancia que tiene la mujer para la especie humana, sin embargo, su papel va mas allá de ser la depositaria de la simiente humana, también en ellas se deposita la custodia de los valores, que deberán ser transmitidos generación tras generación. La enseñanza de los valores, que son arrancados materialmente por las criaturas, que cada una de las acciones de la madre, es vigilada con celo para el aprendizaje y puesta en acción de las capacidades a las que esta facultado el nuevo ser, la educación es un aprendizaje el cual en sus primeras etapas, la mujer como madre se obliga a satisfacer. 
Pilar fundamental de la familia, en ella se encuentra el eslabón que cierra el círculo, a ella se reduce la consolidación del núcleo familiar, en ella se vierten las angustias y desesperaciones de cada uno de sus miembros. Por su gran capacidad de dar comprensión, ternura, cariño, amor es manantial inagotable en la noble tarea de la formación, la responsabilidad adquirida de facto, por completarse en lo que es, deja a la mujer muy por encima de la egoísta proposición de algunos filosofastros que por su miopía, las mujeres han padecido algún tipo de marginación.